MES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

Las Preferencias Apostólicas Universales: Mostrar el camino hacia Dios a través de los Ejercicios Espirituales, Caminar con los excluidos, Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador y Colaborar en el cuidado de la casa común

Quiero comenzar subrayando que la misión dada por el Señor no es una misión que pertenece exclusivamente a la Compañía de Jesús. El Señor nos llama a todos a la misma misión, aunque tengamos diferentes maneras de cumplirla. Por eso la compañía de Jesús debe dejar constancia de que la cooperación con los demás es una dimensión necesaria a la hora de cómo concebir y llevar a cabo el apostolado en la actualidad.

Este énfasis no deriva solo de la disminución del número de jesuitas, sino que corresponde a una visión de la iglesia que el Papa Francisco quiere promover siguiendo las pautas del Concilio Vaticano II. Todos somos Pueblo de Dios y compartimos la misma dignidad y misión a través del bautismo, aunque sigamos diferentes modelos a la hora de responder a la llamada del Señor.

Lo contrario de esta visión es lo que el Papa Francisco ha llamado pecado del “clericalismo” repetidamente. Una actitud que piensa que existe en la Iglesia un grupo elitista de hombres ordenados, que tiene todas las respuestas, todo el poder y toda la autoridad; grupo que no necesita escuchar, aprender ni dar cuentas. Es el clericalismo el que ha creado la crisis de abuso en la iglesia. Consecuentemente, superar el clericalismo será la única forma de sanar a la Iglesia.

Quiero señalar también que la mentalidad clerical no afecta solo a sacerdotes y clérigos. A veces, los laicos pueden ser más clericales que los sacerdotes. Por ejemplo, aquellos que desconfían del liderazgo laico en los ministerios, y solo quieren que los jesuitas sean jefes, serían cristianos de mentalidad clerical de alguna manera.

He compartido esta historia que les relato a continuación con los jesuitas en diversas ocasiones. Quiero hacerlo una vez más; ahora con ustedes. Hace dos años, visitando una provincia jesuita, me encontré con que se habían preparado tarjetas de identificación para los participantes de dos clases. En unas se leía “colaboradores”, y en el resto “jesuitas”, Bromeé y pregunté: “¿Es que los jesuitas no colaboran?” Fue solo una broma a medias, Saben de sobra que no es infrecuente echar de menos en nosotros la mentalidad adecuada para trabajar codo con codo con otros. ¡Incluso con otros jesuitas!

Sin embargo, el punto es: Los jesuitas no tienen “colaboradores”. Los laicos no son nuestros “colaboradores”. Somos todos “colaboradores”, jesuitas y laicos por igual, llamados a servir juntos en la misión de Dios.

La CG 36 (Congregación General 36) , formuló esa misión como Reconciliación con Dios: de la humanidad y con la creación. Permítanme decir unas palabras sobre cada uno de los aspectos de nuestra misión compartida.

Reconciliación con Dios. La mayoría somos conscientes de que, hoy día, es un “país católico”, hay una creciente secularización, un creciente distanciamiento de la fe, un creciente desconocimiento de la misma y una desconfianza hacia la Iglesia, en parte debido a los recientes escándalos. Este secularismo es, sin embargo, un signo de los tiempos.

Un aspecto positivo de este es que la fe ya no es simplemente un elemento de nuestra cultura, sino que vuelve a ser una elección libre. De alguna manera, estamos volviendo a la situación de la iglesia primitiva, y estamos llamados a practicar de palabra y de obra lo que el Papa Francisco ha llamado “primera proclamación”.

“Primera proclamación” significa presentar a los hombres el corazón del Evangelio: la misericordia y la compasión de Dios en Cristo, a través de nuestras palabras y obras.

Muchas personas, incluso las supuestamente católicas, no han escuchado realmente el Evangelio como Buena Nueva e identifican la enseñanza de la Iglesia solo como reglas, con prácticas, con devociones, con instituciones…

¿Cómo podemos acompañar mejor a los que buscan y se dedica a anunciar, mediante nuestros diferentes ministerios y profesiones, de forma convincente y atractiva, el primer anuncio, la Buena Nueva del amor y la misericordia de Dios?

La reconciliación con la humanidad. Muchos de nosotros estamos profundamente perturbados por un mundo en el que crecen las divisiones, la aparición de ideologías radicales, la violencia y el miedo a los “diferentes” parecen estar creciendo.

En muchos lugares del mundo, los líderes populistas llegan al poder promoviendo el odio y el miedo, diciendo que ciertos tipos de personas no son realmente humanos, ya sean inmigrantes, refugiados, los llamados drogadictos, los pueblos indígenas.

Parte de nuestra misión hoy significa, pues, prestar especial atención a los que están siendo excluidos, marginados y deshumanizados, para que podamos estar cerda de ellos, caminar con ellos, servirlos y defenderlos.

Finalmente, la reconciliación con la creación. Como el Papa Francisco ha enfatizado en “Laudato Sí’”.

La forma en que los seres humanos producimos y consumimos hoy en día, y el predominio que ha adquirido la cultura de lo “desechable”, están dañando gravemente el medio ambiente y amenazan con limitar seriamente la capacidad de nuestro planeta de seguir dando cobijo a los seres humanos en el futuro.

Aquellos con el conocimiento necesario para ello, necesitan descubrir, promover modelos y diseñar políticas económicas más sostenibles. Sin embargo, todos

nosotros necesitamos comenzar, desde este momento, a poner en práctica estilos de vida que contrarresten la cultura de lo “desechable”, en nuestras vidas de personales, nuestras familias y en nuestras instituciones y lugares de trabajo.

Somos colaboradores que compartimos la misión de Dios, y por eso podemos avanzar juntos con esperanza, porque sabemos que es la misión de Dios, no la nuestra. Solo podemos cooperar realmente en la misión si creemos que nuestro Dios es el Dios vivo que está trabajando en este mundo con todos sus desafíos, y que el Espíritu del Señor está haciendo algo para producir nueva vida, gozo y esperanza en el mundo.

Preferencias Apostólicas Universales

Las Preferencias Apostólicas Universales son fruto de un proceso de discernimiento que ha durado casi dos años. Todos los jesuitas estamos invitados a implicarnos en él, junto con nuestros compañeros en la misión. Finalmente, el Papa Francisco ha dado su confirmación en una reunión especial con el P. General Arturo Sosa, S. J.

Las preferencias Apostólicas Universales ofrecen un horizonte, un punto de referencia para toda la Compañía de Jesús.

Las nuevas preferencias señalan cuatro áreas vitales en la situación actual del mundo. La Compañía de Jesús presentará especial atención a estas Preferencias durante los próximos diez años. Todos estamos invitados a profundizar más en ellas y ponerlas en práctica con nosotros. Nuestro deseo es que signifiquen una inflexión, en la dirección que marca el Evangelio.

1.- Mostrar el camino hacia Dios a través de los Ejercicios Espirituales

Es una invitación a profundizar la dinámica de la conversión, comunitaria e institucional que permita dar mayor espacio a la acción de Dios en nuestra vida misión y seguir el camino que nos vaya indicando a través del discernimiento en común de los planes apostólicos.

2.- Caminar con los excluidos. Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia

Deseamos, ante todo, una conversión en nuestros propios corazones, que nos haga presentes y sensibles al Cristo sufriente que está en medio de nosotros. Nuestras comunidades desean ser más hospitalarias y abiertas, desean aprender a vivir más profundamente en el Espíritu de Jesús, un Espíritu que da la bienvenida.

3.- Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador

En esta era digital, los jóvenes tienen tantas posibilidades que los unen como nunca. Nosotros queremos caminar con ellos, discerniendo estas posibilidades y encontrando a Dios en las profundidades de la realidad. Acompañar a la gente joven nos pone en el camino de la conversión; esto requiere de una nueva forma de vivir en la comunidad jesuita, una forma que sea más coherente, más personal, más abierta, más evangélica.

4.- Colaborar en el cuidado de la casa común

La creación hoy está gritando como nunca, luchando por ser liberada (Romanos 8). La crisis ambiental actual está afectando de manera particular a los pobres y a los vulnerables. Se necesita urgentemente la acción por parte de los cristianos y de toda la gente de buena voluntad. Si queremos ser custodios honestos de este maravilloso planeta, naciones y pueblos enteros necesitan una conversión ecológica. Aún podemos cambiar el rumbo de la historia.

El sueño de Dios

Nuestra fe desea que la creación sea cuidada y renovada. Una forma de vivir completamente nueva se abre como consecuencia de una relación personal y apasionada con Jesús. Recibimos la gracia de ir más allá de nosotros mismos. Obtenemos nueva fortaleza para cuidar (Laudato Sí’ 208) a otros y a la creación (LS, 217). Podemos vivir con un nuevo horizonte, abrazando la visión de Jesús del Reino de Dios, de un mundo y un ecosistema renovados y transformados, donde todos somos hermanos y hermanas, responsables el uno con el otro.

Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día. Génesis 1:31

En este momento vital en la historia de nuestro mundo, la Compañía de Jesús se compromete a responder a este llamado de nuestro Creador en los próximos diez años. Los desafíos sociales y medioambientales a que tendrán que hacer frente nuestras sociedades a lo largo de los próximos años nos obligan a repensar el modelo de la sociedad en el que vivimos, proponemos pasar de estados centrados en el bienestar de los ciudadanos a modelos del buen vivir, donde las personas puedan desarrollar una vida armónica, tanto con el ecosistema como con el resto de seres humanos; modelos que incorporen, por ejemplo, la recuperación de los bienes comunes y el valor de la frugalidad.

Síntesis por Diego Martínez, S. J. de la comunidad Jesuita de Monterrey.

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